domingo, 5 de junio de 2011

120 AÑOS DEL NATALICIO DE CÉSAR VALLEJO


César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 1892 – París, 1938)






Línea de tiempo sobre su vida y obra





Periodos de la poesía de Vallejo


Existen tres etapas en la producción poética vallejiana y son:

1.       Periodo de la poesía modernista:

Comprende su primer libro Los heraldos negros, donde Vallejo en algunos poemas continua el legado de Rubén Darío (creador del Modernismo) y de Julio Herrera y Reissig (poeta uruguayo de la misma tendencia estética). El poemario está compuesto por un poema inicial, cuyo título es precisamente “Los heraldos negros” y por seis partes: “Platones ágiles”, “Buzos”, “De la tierra”, “Nostalgias imperiales”, “Truenos” y “Canciones de hogar”. La última está constituida por los textos de mayor originalidad. Aparece el tema del hogar provinciano. Vallejo – como Abraham Valdelomar en el hermano ausente en la cena Pascual – recuerda a su hermano fallecido.

A mi hermano Miguel

Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
Donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
Nos acariciaba: “Pero, hijos…”


Asimismo, en Nostalgias imperiales aparece su famoso poema “Idilio muerto”, donde Vallejho pone de relieve el valor de cultura andina para la formación de la nacionalidad en el Perú. Leamos los siguientes versos:

Idilio muerto

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
De junco y capulí;
Ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
La sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

2.       Periodo de la poesía vanguardista:

Abarca los poemas de Trilce, palabra creada por el propio autor. La arbitrariedad, el rompimiento de la sintaxis, pueden ser apreciadas aquí:

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Poema II

Tiempo Tiempo.

Mediodía estancado entre relentes.
Bomba aburrida del cuartel achica
tiempo tiempo tiempo tiempo.

Era Era.

Gallos cancionan escarbando en vano.
Boca del claro día que conjuga
era era era era.

Mañana Mañana.

El reposo caliente aún de ser.
Piensa el presente guárdame para
mañana mañana mañana mañana

Nombre Nombre.

¿Qué se llama cuanto heriza nos?
Se llama Lomismo que padece
nombre nombre nombre nombrE


3.       Periodo de la poesía revolucionaria:

Abarca Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz. Vallejo utiliza palabras que remiten al cuerpo humano y se compromete con la República española. Es muy conocido su poema “Masa”.
Leamos sus versos tiernos y solidarios pletóricos de auténtico compañerismo:

Masa

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporose lentamente,
abrazó al primer hombre; echose a andar...



Trilce

Libro con el cual incursionó en la vanguardia, con la que siempre mostró sus discrepancias. En este poemario, la idea cede ante la emoción. Según el crítico italiano Paoli Trilce es el mayor libro de vanguardia post bélica a nivel mundial. Vallejo quiebra la sintaxis convencional, utiliza una ortografía caprichosa, hace decir a las palabras aquello para lo cual no están preparadas, aparece el tema de la cárcel, la presencia de la soledad y la ausencia de la madre. Trilce está compuesto por 77 poemas asignados con números romanos.

VI
El traje que vestí mañana
no lo ha lavado mi lavandera:
lo lavaba en sus venas otilinas,
en el chorro de su corazón, y hoy no he
de preguntarme si yo dejaba
el traje turbio de injusticia.
A hora que no hay quien vaya a las aguas,
en mis falsillas encañona
el lienzo para emplumar, y todas las cosas
del velador de tanto qué será de mí,
todas no están mías
a mi lado.
                            Quedaron de su propiedad,
fratesadas, selladas con su trigueña bondad.
Y si supiera si ha de volver;
y si supiera qué mañana entrará
a entregarme las ropas lavadas, mi aquella
lavandera del alma. Que mañana entrará
satisfecha, capulí de obrería, dichosa
de probar que sí sabe, que sí puede
                            ¡CÓMO NO VA A PODER!
azular y planchar todos los caos.


Poemas humanos

Es el título de un conjunto de poemas que Vallejo dejó entre sus escritos. Se considera a Raúl Porras Barrenechea y a Georgette, esposa de Vallejo, como lso que propusieron este título, a lo se considera la obra maestra vallejina.

Género:Lírico

Lenguaje:
Usa un lenguaje experimental, pero con elementos de la conversación cotidiana; por momentos, un tono dramático; en otros, confidencial, como dirigiéndose a un amigo.

Temas:
·         El cuerpo como espacio de dolor y de liberación.
·         La miseria y el hambre.
·         El trabajo como fuente de solidaridad.
·         La posibilidad de un futuro lleno de dicha colectiva.

Comentario:
Poemas humanos es un título irónico, puesto que muchos de los poemas nos hablan de un hombre deshumanizado y alienado. El poemario refleja la solidaridad como eje fundamental para el desarrollo del hombre moderno. Esta obra tomó Vallejo del mundo prehispánico, donde la comunidad campesina establecía la supremacía de lo colectivo sobre lo individual. Vallejo resalta la figura del pobre, se solidariza con su dolor:


Traspié entre dos estrellas

¡Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera
tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;
el modo, arriba;
no me busques, la muela del olvido,
parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus paladares!

Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen
y suben por su muerte de hora en hora
y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el suelo.

¡Ay de tanto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellas!
¡Ay en mi cuarto, oyéndolas con lentes!
¡Ay en mi tórax, cuando compran trajes!
¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!

¡Amadas sean las orejas Sánchez,
amadas las personas que se sientan,
amado el desconocido y su señora,
el prójimo con mangas, cuello y ojos!

¡Amado sea aquel que tiene chinches,
el que lleva zapato roto bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
el que se coge un dedo en una puerta,
el que no tiene cumpleaños,
el que perdió su sombra en un incendio,
el animal, el que parece un loro,
el que parece un hombre, el pobre rico,
el puro miserable, el pobre pobre!

¡Amado sea
el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con qué saciar toda su sed,
ni sed con qué saciar todas sus hambres!

¡Amado sea el que trabaja al día, al mes, a la hora,
el que suda de pena o de vergüenza,
aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,
el que paga con lo que le falta,
el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su niñez; amado sea
el calvo sin sombrero,
el justo sin espinas,
el ladrón sin rosas,
el que lleva reloj y ha visto a Dios,
el que tiene un honor y no fallece!

¡Amado sea el niño, que cae y aún llora
y el hombre que ha caído y ya no llora!

¡Ay de tanto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellos!


Para establecer su concepción solidaria, Vallejo acumula imágenes corporales. Es, pues, el cuerpo del pobre el que sufre. El poeta habla de tobillos, de diafragmas, de pómulos, de fémures, entre las figuras que remiten al cuerpo. Y a la par establece oposiciones: entre la vida y la muerte, entre el jefe y el subordinado, entre el presente lleno de sufrimiento y el futuro donde reinará la dicha colectiva:




Los desgraciados

Ya va a venir el día; da
cuerda a tu brazo, búscate debajo
del colchón, vuelve a pararte
en tu cabeza, para andar derecho.
Ya va a venir el día, ponte el saco.

Ya va a venir el día; ten
fuerte en la mano a tu intestino grande, reflexiona,
antes de meditar, pues es horrible
cuando le cae a uno la desgracia
y se le cae a uno a fondo el diente.

Necesitas comer, pero, me digo,
no tengas pena, que no es de pobres
la pena, el sollozar junto a su tumba;
remiéndale, recuerda,
confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista
a tu cadena y guárdala detrás de tu retrato.
Ya va a venir el día, ponte el alma.
Ya va a venir el día; pasan,
han abierto en el hotel un ojo,
azotándolo, dándole con un espejo tuyo...
¿Tiemblas? Es el estado remoto de la frente
y la nación reciente del estómago.
Roncan aún... ¡Qué universo se lleva este ronquido!
¡Cómo quedan tus poros, enjuiciándolo!
¡Con cuántos doses ¡ay! estás tan solo!
Ya va a venir el día, ponte el sueño.

Ya va a venir el día, repito
por el órgano oral de tu silencio
y urge tomar la izquierda con el hambre
y tomar la derecha con la sed; de todos modos,
abstente de ser pobre con los ricos,
atiza
tu frío, porque en él se integra mi calor, amada víctima.
Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.

Ya va a venir el día;
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas,
y, por tu orgullo clásico, las hienas
cuentan sus pasos al compás del asno,
la panadera piensa en ti,
el carnicero piensa en ti, palpando
el hacha en que están presos
el acero y el hierro y el metal; jamás olvides
que durante la misa no hay amigos.
Ya va a venir el día, ponte el sol.

Ya viene el día; dobla
el aliento, triplica
tu bondad rencorosa
y da codos al miedo, nexo y énfasis,
pues tú, como se observa en tu entrepierna y siendo
el malo ¡ay! inmortal,
has soñado esta noche que vivías
de nada y morías de todo...

Sin duda, el más conocido poema de esta colección y más reproducido en las antologías, ha sido el titulado “Piedra negra sobre una piedra blanca” donde el poeta presiente su muerte en un “París con aguacero”:

Piedra negra sobre piedra blanca

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto 
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…


Poesía de César Vallejo, hermoso legado para la humanidad recitada con el corazón.




Trabajo realizado por Antonio Zapata en su programa Sucedió en el Perú.

Primera parte



Segundo parte



Tercera parte



Cuarta parte



Quinta parte




En una entrevista realiza a César Vallejo por el periodista César González Runaoa, publicada en el 'Heraldo de Madrid' el 27 de enero de 1931, el poeta revela el porqué le atribuyó el título Trilce a su poemario.

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