viernes, 14 de enero de 2011

¡No lo lean!

    Recordar anécdotas suele ser divertido cuando se trata de compartir, entre amigos, curiosidades que solemos vivir  o, simplemente, retratar lo que les pasó a otros. Sin embargo, ser testigo de una respuesta de un estudiante que anhela ser un profesional, ante la pregunta de un profesor de Historia,  merecía una reflexión mayor sobre el asunto, porque lo que se escuchó no se trataba de ninguna broma.
  En una de las aulas de una academia preuniversitaria que prepara estudiantes para ingresar en la Universidad de Lima, el citado docente, en el marco histórico de un suceso ocurrido en la Edad Antigua, afirmó: "La manumisión fue una práctica común en Roma y sus territorios a lo largo de su historia". Ante la pasividad e indiferencia de los estudiantes, el profesor pregunta si comprendían el término manumisión.  La interrogante trajo consigo la respuesta de un osado estudiante con la más increíble seriedad de un joven que pretende mostrar su versado conocimiento del castellano  quien creyendo tener la razón expuso lo que comprendía: «Entiendo que manumisión pueda significar una expedición al Manu». La complicidad del silencio del aula daba a entender que los demás compañeros de clase tampoco comprendían la expresión, pero de pronto, cuando el rostro de sorpresa del docente evidenciaba que algo andaba mal, lo demás se echaron a reír con la desvergüenza de ocultar lo que también ignoraban. Claro está, el muchacho tenía el cacumen del lengüista (tal como lo leen) Melcochita. 
  Este hecho podrá ser jocoso, empero al mismo tiempo trae consigo preguntarse ¿acaso uno puede aspirar a ser universitario sin haber terminado la escuela? Es evidente que lo hizo. Sin embargo, ¿debemos volver al mismo laberíntico recorrido de echarle la culpa a los padres o apoderados, y que estos le tire la pelota a la Escuela, y que este último termine por culpar al Gobierno? Creo que es momento de hacernos una autocrítica desde la posición en la que nos encontremos, seamos o no maestros, puesto que el rol de cada ciudadano consiste en construir una nación más vivible, y no tengamos que atrincherarnos en algún recoveco para escapar de esta inmunda ciudad irrespirable contaminada por la cultura combi.